Hoy hemos pasado de la militancia en la que la mujer y el hombre vivíamos enamorados del ideal, en la que se enseñaba a los niños a meter en la cárcel la prensa aunque estuviese prohibida, al burocratismo sin alma, es decir sin corazón , y sin espíritu.

El burócrata no puede pensar que se viva enamorado del ideal y sin ese enamoramiento del ideal no hay militante. El burócrata tiene como característica primera que afirma el cobrar y vivir de eso. Hemos pasado de una sociedad capaz de soñar con otro mundo, capaz de soñar con otra sociedad a una sociedad en la que lo que rige, lo que gobierna, lo que manda es la burocracia.

            Manuel Fraga dice que el burocratismo es el poder por el poder, lo que le gusta a él, pero también a muchos otros. Y el poder por el poder se convierte en tiranía. La burocracia no puede ordenar el pueblo más que con la bajeza, sin ideal, sin generosidad, sin capacidad transformadora, sin planteamiento revolucionario, sin creer que es posible vivir de otra manera, sin embargo, esto se vivía en el viejo socialismo hasta la Segunda Guerra mundial, a partir de la cual de la humanidad ha desaparecido el ideal. […]

            Ya sé que han cambiado las cosas, a mucho peor hasta hacer imposible el ideal. ¡Qué se publiquen los sueldos que cobra la burocracia política española, no digo solo del PSOE, pero también los del PSOE! ¿Y se va hacer la revolución con gente que cobra 3/4 de millón al mes? Es evidente que no. El hombre no piensa con la cabeza, la inmensa mayoría de los seres humanos que hay en la tierra pensamos con la cartera, defendiéndola.

            El burócrata es, por naturaleza, reaccionario y conservador y no lo digo a título de insulto. Todo burócrata tiende a ser conservador, es decir, seguro. De tal manera, que los planes hechos entre burócratas son planes conservadores, seguros y allí está la Unión Soviética como modelo.

Del libro “Tendiendo puentes”, pag. 9 y 12, año 2003