El miedo sólo es vencido por el amor, así una madre bajo la tormenta corre hasta donde sea por salvar a un hijo enfermo.
Al faltar el amor, el vacío se llena con cosas. Hijos educados en la permisividad y en el capricho; y millones de hermanos muriendo de hambre, y nosotros y nuestros hijos teniendo fines de semana «libres».
Desde el punto de vista cristiano, la familia sólo tiene un fin: construir el Reino de Dios. Si el Reino se construye haciendo justicia, el fin de la familia es la lucha por la justicia. Por encima de los hijos, de la mujer, del marido, de padres y madres, de hermanos, etc… está construir el Reino de Dios, el matrimonio se encuentra, hombre y mujer, en esa lucha. Y hacer otra cosa es no hacer el plan de Dios.
El Mandamiento nuevo, el amor, entendido como dar la vida por el otro hasta morir, debe ser la base del matrimonio, y no otro. Y en el amor no hay derechos, sólo hay que dar, o hay donación o no hay matrimonio. Donde y cuando hay amor sobran las leyes, no sirven, estorban.
En nuestra vidas falta la lucha y el matrimonio requiere esta lucha; la buena vida, la de no lucha, corrompe el matrimonio, al igual que se corrompe el ser humano.
Con amor «a fondo perdido», amor como donación al otro, sólo así es posible el matrimonio cristiano; porque sólo el amor es liberador. La sociedad nos vende como «amor» la carnalidad y la zoología.
El matrimonio de por vida sólo es posible si hay amor, que existe sólo desde la lucha por la justicia.
Dios, que es Amor, se hace compañero nuestro, se da en el matrimonio, como fortaleza para la lucha. El matrimonio (hombre, mujer y Dios) puede ser testimonio de vida solidaria de por vida. Y como Dios ya venció, la victoria es segura, Él está con nosotros para cambiar el mundo.
Tenemos obligación de hacer un mundo justo para nuestros hijos ya antes de que nazcan, es posible amarlos, luchando, sin conocerlos, y por tanto estamos educando a los hijos para la lucha.
Pío XII, ya en los años 40, hablaba de un cristianismo falso (el que separa religión y vida), que es serio obstáculo para el matrimonio cristiano.
La religión de Jesús, o se vive en la vida, hacerse vida, o es falso, sólo es para la vida. Dios se hizo hombre en su hijo para vivir la vida de los hombres…
Toda la Palabra de Dios se nos dio para la vida. No decir: «Señor, Señor», sino cumplir, hacer la voluntad del Padre.
La fuerza de cambio que necesita la sociedad está en la familia solidaria, que es entusiasmante y es capaz de crear a su alrededor entusiasmo. Entusiasmo y solidaridad que sólo se transmite desde el testimonio vital y nunca desde la palabrería.
(Jornada sobre noviazgo y familia; en Las Palmas de Gran Canaria, boletín nº 33, abril 2001)