Por lo que conocemos de Iberoamérica podemos decir que el gran vacío en las tareas evangelizadoras está en la falta de protagonismo de los empobrecidos… Recordamos haber visto la grabación en vídeo de una breve entrevista al padre Jon Sobrino S.J., a quien el periodista le pregunta si opina él que la promoción de los pobres la deben hacer los pobres, y el citado jesuita responde «los pobres y otros», con lo que manifestaba su desacuerdo con Juan XXIII que en la «Mater et Magistra» defiende el protagonismo de los pobres.

Nos tememos que este problema, el protagonismo de los pobres, siga siendo la asignatura pendiente en las tareas evangelizadoras de las grandes órdenes religiosas. Por ello, ante documentos como este [de la Compañía de Jesús Iberoamericana], nos alegra la categoricidad ante el neoliberalismo y nos preocupa su silencio ante el papel de los empobrecidos en su liberación y la incoherencia de publicar en Deusto la biblioteca clave del neoliberalismo económico para el empresario de habla española.

¿Para cuándo dejamos la coherencia entre palabras y obras? «No el que dice Señor, Señor, sino el que hace la voluntad del Padre».

Y es claro que la voluntad del Padre es la promoción integral y colectiva de sus hijos, pero ¿por qué les cuesta tanto a las grandes órdenes religiosas reconocer esta elemental verdad de la dignidad de los empobrecidos?

En nuestro recuerdo histórico está el apostolado obrero en España, fuertemente boicoteado por ellos en sus años de lanzamiento. Durante muchos años, en España, las grandes órdenes religiosas, especialmente las que luego lanzarían el nacionalcatolicismo, vivieron de espaldas al protagonismo del pueblo; después, cuando el franquismo tocaba a su fin, dieron el golpe de volante de 180 grados y se pusieron a favor de las nuevas corrientes políticas en alza, cumpliéndose aquello de estar con el que gana.

Artículo: Los pobres, protagonistas, I y E, nº 4, mayo 1997, pag 23