Desde que Jesús dijo “lo que hicisteis con uno de estos pequeños, conmigo lo hicisteis” todo problema humano pasa a ser para el creyente, un problema religioso, y que por otra parte, el cristianismo exige la encarnación en los problemas de los hermanos, que son todos los hombres, hasta dar la vida a fondo perdido, en realización de que amaremos al otro más que a nosotros mismos, creo que sigue siendo hoy, lo ha sido hasta hoy, y lo será siempre, el problema religioso el gran problema de la humanidad.

            Sobre las motivaciones para la lucha, además de considerar lo anterior, que lo creo fundamental, debo decirte que, supuesta la fe en Jesucristo, sabemos que Él está en todos los hombres, pero de forma especial en el oprimido, lo que exige del creyente la liberación de toda opresión para todos los hombres. Nuestro Dios se hace impotente en los pobres hambrientos, en los presos, en los explotados, humillados, etc. para que nosotros hagamos de la lucha por la justicia la única razón fundamental de nuestra fe y de nuestra vida. Y de una Justicia con mayúscula, que quiere decir que, cuando no me conviene existencialmente, también hay que construirla. Por eso vemos en cualquier luchador por la justicia, una gracia de Dios, sea o no sea creyente. Sólo la Justicia construye el Reino de Dios.

 

“Respuesta a un amigo no-creyente”, Carta entre Amigos, septiembre de 1982